miércoles, 8 de mayo de 2013

¡Cómo nos lo montamos! (Parte II)

Terminábamos la anterior entrada sobre nuestro proyecto prometiendo que en una próxima explicaríamos cómo nos las ingeniamos para equilibrar la estructura del árbol y asegurarla, ya que algunos compañeros nos han preguntado. Aquí está.


Unión entre dos tubos de los de abajo del todo.
Como se podía observar en las fotos, el material principal con el que está hecha son tubos de cartón. Teníamos que decidir cómo unirlos de forma estética a la vez que segura para evitar accidentes (ya que va a estar suspendida en el aire). Buscando, además de esa seguridad, sencillez, acudimos a nuestra inspiración Alexander Calder y volvimos a copiarle vilmente: utilizaríamos alambre. Bueno, la verdad es que al que acudimos fue a quien nos rescata siempre, es decir, nuestro profesor.

La parte de arriba de la estructura iba, lógicamente, a soportar mucho más peso que las partes de abajo, algunas constituidas de rollos de papel higiénico y de cocina, así que utilizamos un alambre más grueso (2 mm) para los tubos de la zona superior y uno algo más fino (1 mm) para unir los modulos inferiores.

Calculando espacios intermodulares antes de unir.
Para equilibrar cada módulo utilizábamos una técnica algo rudimentaria, pero efectiva: atábamos un cordón de algodón al tubo superior (horizontal) del módulo o parte del módulo a equilibrar y lo sujetábamos una de nosotras de forma que la estructura quedase suspendida en el aire. Las otras, lo íban desplazando longitudinalmente a lo largo del tubo superior hasta conseguir el equilibrio. En ese punto, marca de rotulador, agujero, alambre, y a por otra altura. Fácil, rápido, y al alcance de cualquiera... hasta que hubo que hacer los últimos equilibrios, lo cual implicó sostener toda la estructura a pulso en el aire (subidas en una mesa, claro). Alguna ha echado unos brazos que no va a tener nada que envidiar a Gervasio Deferr.

Módulo central definivo, al completo.
Lo más difícil, lo que nos fue más trabajoso, fue idear módulos que pudieran girar unos sobre otras sin tocarse a la vez que todo estaba en equilibrio y que, a su vez, dejaran espacio suficiente entre tubos para colgar las cosas que irían después suspendidas y girando también. Para esto, íbamos probando en el suelo diferentes combinaciones, desplegando cada  uno de los ejes en ambos sentidos y cortando los tubos a las logitudes adecuadas.

El resultado: un módulo principal de más de cuatro metros de ancho y dos de alto en su máximo despliegue, que gira por varios ejes sin tocarse, y otro módulo más pequeño, para un lateral.


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